Jueves 27 de febrero.
De nuevo, cinco de la mañana. Dirección Har Habait, Jerusalén.
El Monte del Templo, o Har Habait, donde según la tradición judía Hashem ordenó a Abraham sacrificar a su propio hijo, Itzjack (Isaac), para demostrar su fe ciega hacia Dios, donde tiempo después fueron levantados el I Tempo y II Templo de Jerusalem. Se trata en definitiva, el lugar más sagrado para el judaísmo.
Punto central de oraciones del pueblo judío durante milenios, da igual dónde un judío estuviese, tres veces al día, éste orientaba sus súplicas, peticiones y agradecimientos hacia Har Habait.
Pese a que el Monte del Templo está en territorio israelí desde la guerra de 1967, es el único lugar en todo el país donde no existe la libertad de culto, salvo el musulmán, debido a políticas segregacionistas por parte del Waqf jordano, puesto que permanece bajo su administración como parte del statu quo entre Israel y Jordania. Está terminantemente prohibido portar cualquier símbolo religioso y libros de liturgia ajenos al islam. Tampoco existe libertad de movimiento. Para el no musulmán que desee visitar la también denominada Explanada de las Mezquitas, el horario es restringido: 7:30 a 10:00 y de 12:30 a 13:30 en invierno; de 7:30 a 11:30 y de 13:30 a 14:30 en verano.
Una recomendación para judíos religiosos: si queréis subir al nuestro lugar más sagrado sin problema con las autoridades que lo custodian, cubrios la kipá y escondeos los tzitziot.
¿Qué motivan estas restricciones?
Har Habait, como ya mencioné antes, es el lugar más sagrado para la fe judía además de ser el tercer lugar más sagrado para el islam. Según la tradición islámica, Mahoma ascendió a los cielos sobre la misma roca desde donde Abraham se propuso a sacrificar a su hijo Isaac.
Decidí visitar el Monte del Templo en el tercer aniversario de mi llegada a Israel. Llevaba tiempo queriendo subir pero entre el trabajo y la dificultad que conlleva la visita, debido a los horarios y demás restricciones, siempre debía de posponerlo. Me puse en contacto con mi amigo Ariel Kanievsky, guía de turismo en Israel, y fijamos un día. Y por fin llegó el gran día.
Mientras esperábamos la enorme cola de turistas, en su mayoría cristianos, un vendedor ambulante ofrecía subvenirs a todo turista despistado que desconocía que antes de subir a la explanada iban a serle confiscado todo artilugio religioso. No sería descabellado pensar que este vendedor llevaba vendiendo el mismo rosario y la misma biblia a distintos turistas durante años. ¡Menudo negocio!
Poco antes de entrar en la rampa de acceso podíamos leer este letrero:
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Mensaje de advertencia
Según la Ley de la Torá la entrada al recinto del Monte del Templo está prohibida por la santidad del lugar.
Aunque fuera de contexto, uno no deja de preocuparse por el mensaje en sí. Está permitido subir a la explanada, lo que no se puede es adentrarse hasta la sección que conecta con Har Habait, próxima a la Cúpula de la Roca, cuyo límite lo marca una línea.
Podéis verlo mejor explicado en este dibujo que realizó Ariel.
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La totalidad de la explanada, construída por Herodes en un laborioso trabajo de arquitectura que lleva intacto tras dos mil años pese a constantes movimientos de tierra, reposa sobre un monte. Para que la estructura pudiera soportar el peso del templo y de toda la explanada, se construyeron arcos de soporte compilados.
Plano del interior de la explanada.
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La roca sobre la que Abraham trató de sacrificar a su hijo se encuentra en el mismo centro de la Cúpula de la Roca.
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Interior de la Cúpula de la Roca
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En la parte central se encontraba Segundo Templo, que ahora ocupa la Cúpula de la Roca, y en el extremo izquierda el pórtico real donde ahora se levanta la mezquita de Al Aqsa.
Arriba, en la explanada, aun quedan restos de algunas columnas de la época del Segundo Templo,
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Fue una experiencia increíble, y más aun acompañado por un experto en historia judía el cual va descubriéndote cada rincón de este magnífico y mágico lugar.

David D. Yabo